LA HUELGA GENERAL
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El campesinado pobre respaldó con su XXI marcha la huelga general. |
Tras 18 años hemos
logrado realizar nuevamente una huelga general, que fue exitosa
principalmente por el gran protagonismo que brindó el campesinado
pobre al sumarse con su XXI marcha nacional y con una semana previa
de movilizaciones en todas las regiones del país. Nuestros
compañeros y compañeras de la Federación Nacional Campesina (FNC)
aportaron así a la construcción de la alianza obrero campesina para
confrontar y derrotar a los sectores de la oligarquía que
históricamente han dominado y oprimido a la mayoría de la población
paraguaya, imponiendo un modelo de desarrollo que ocasiona la
exclusión de miles de paraguayos y paraguayas, que cada año se ven
obligados a migrar a otros países porque no encuentran oportunidades
en su propia tierra. Otras familias son expulsadas del campo y vienen
a encimarse en el cordón de miseria que rodea las ciudades, sin
ninguna oportunidad de acceder a una vida digna.
Este modelo de
desarrollo agroexportador genera poquísimo empleo porque concentra
la tierra y las riquezas, apuesta a la exportación de materia prima
sin pagar impuestos e impide el desarrollo de industrias que generen
puestos de trabajo y un desarrollo genuino del país. Hay una gran
cantidad de desocupados y desocupadas y quienes tienen algún empleo
están sometidos a una gran explotación sin ninguna protección de
sus derechos por parte del Estado. Al contrario, el Estado a través
de sus políticas avala esta explotación y cada vez más avanza en
su intención de aplastar más y más a los trabajadores y
trabajadoras, siguiendo lo expresado por el presidente Horacio
Cartes: “usen y abusen del Paraguay”.
Para hacer frente a
esta situación lo que nos queda es organizarnos como trabajadores y
trabajadoras, para defender nuestros derechos. Cuando se aprobó la
Ley APP, el Partido Paraguay Pyahura (PPP), la FNC, la Corriente
Sindical Clasista (CSC) y la Organización de Trabajadores de la
Educación Sindicato Nacional (OTEP SN) lanzamos la consigna de la
huelga general como próximo paso de la lucha. En ese momento, mucha
gente nos preguntó ¿huelga general? ¿cómo, con estas cúpulas de
las centrales sindicales que históricamente han traicionado los
intereses de los trabajadores a través de negociaciones que sólo
les han beneficiado a ellos y a los patrones? A continuación
recordamos un párrafo de nuestro posicionamiento al lanzar aquella
vez la consigna de la huelga general:
“Queremos
enviar un mensaje de aliento a nuestro pueblo, recordando que
tenemos experiencia en la conquista organizada de nuestras
reivindicaciones: en el 2002 frenamos el proceso de privatizaciones
a través de la derogación de la Ley 1.315. Por eso es importante
recordar que la lucha es un proceso de organización y acumulación
de fuerzas y que la confrontación con estos sectores retardatarios,
antinacionales y anti populares seguirá creciendo y sólo depende
de la propia militancia en nuestras organizaciones. La resistencia
no depende del enemigo, no son ellos quienes traerán el cambio y la
transformación, eso depende de nuestra propia fuerza como
organización, como dirigentes y con la fuerza de la masa”.
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La voz del pueblo resonó con fuerza: "La huelga no se negocia". |
Si bien luego las
centrales sindicales lanzaron la convocatoria a la huelga general, lo
cual fue importante, existía el antecedente de que convocatorias a
huelgas anteriores habían terminado en negociaciones con el Gobierno
que no siempre favorecieron a los trabajadores. ¿Qué hicimos
entonces? Fuimos a sus bases, de las que están desconectados, a
distribuir volantes y conversar con los obreros en las fábricas y
los trabajadores en las instituciones públicas, quienes adhirieron
con entusiasmo y esperanza, y luego lanzamos la campaña “La huelga
no se negocia” para explicar que no se puede aceptar el remate de
las instituciones públicas a cambio de un aumento salarial: que si
bien es necesario, en este momento histórico lo fundamental es
defender el patrimonio del Estado, que nos servirá como palanca para
el desarrollo nacional, una vez saneadas y transformadas, recuperadas
de manos de la oligarquía y reorientadas hacia los intereses de la
mayoría.
Frustramos así los
intentos de la cúpula de las centrales de negociar previamente y
desconvocar la huelga. Hasta los días previos a la huelga estas
centrales hacían públicamente vergonzosos llamados al Gobierno a
sentarse a “negociar”. Y así llegó el día de la huelga
general, que con el fuerte respaldo del campesinado pobre y la
sumatoria de diversos sectores logró paralizar el país, y envió el
mensaje de que SÍ, PODEMOS!! a tantos trabajadores y trabajadoras
sumidos en condiciones de gran explotación y desamparo.
Y no acababa de
terminar la huelga con su éxito rotundo cuando ya las dirigencias de
las centrales fueron a sentarse en mesas de negociaciones con el
Gobierno, en base a planteamientos que dejaron fuera de la discusión
lo fundamental: la derogación de la Ley APP, y burlándose una vez
más de la gente que se movilizó masiva, autofinanciadamente y con
gran sacrificio. Nos negamos como organizaciones a participar de esa
“negociación” y amenazamos incluso con denunciarles públicamente
ante sus bases y la mayoría del pueblo.
HISTORIA DE DOS
MODELOS SINDICALES EN DISPUTA
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Lo importante es construir fuerza organizada de masa, no los cargos. |
A pesar de sus
feroces represiones (principalmente en contra del campesinado
organizado), la dictadura que asoló nuestro país durante 35 años
nunca logró apagar el fuego de las luchas. El pueblo siguió
resistiendo, aunque en luchas aisladas que eran antidictatoriales
pero no lograban consolidarse en un pensamiento político con
perspectiva de clase.
En esas resistencias
dentro del movimiento obrero hubo siempre dos líneas en disputa, una
que defendía un modelo sindical más ligado al aparato, a la
formalidad (“de membrete”) y otra que confrontaba ese modelo
sosteniendo que lo principal antes que el aparato era la construcción
de una fuerza organizada de masa a través de la participación
política directa de los obreros y trabajadores.
En los debates se
ponía como ejemplo una carreta con su yunta de bueyes: la carreta
simbolizaba el aparato y los bueyes la fuerza organizada sin la cual
la carreta no se puede mover. Así, cuando se confrontaba el modelo
sindical más aparatista (basado solo en cargos para los dirigentes y
cuestiones formales) solía decirse “es como poner la carreta
delante de los bueyes”. ¿Con que fuerza se va a mover?
Así, durante la
dictadura stronista se fueron profundizando estos debates, a la vez
que se iban conformando lentamente lo que hoy son Paraguay Pyahura,
la FNC, la OTEP – SN y la CSC, que tuvieron su origen y desarrollo
en el seno de otras agrupaciones donde fueron avanzando e impulsando
el debate sobre la perspectiva de clase y el fortalecimiento de
organizaciones de confrontación real contra la política de Estado.
Paraguay Pyahura, FNC, OTEP -SN y CSC son el resultado concreto a
nivel político y gremial de la defensa de esa línea confrontativa.
LA CARRETA DELANTE
DE LOS BUEYES
A la caída de la
dictadura sobrevivieron ambas líneas en disputa, ya que el modelo
sindical aparatista siempre fue una estrategia del imperialismo para
contener las luchas populares, creando cargos y estructuras
sindicales desconectadas de sus bases, impidiendo así que obreros y
trabajadores construyan colectivamente en base a su experiencia de
lucha y conquista una herramienta propia y autónoma contra la
opresión.
En este contexto, se
impulsó entonces el recambio del sistema y operó a través de la
cooperación internacional para apoyar la creación de centrales
sindicales durante el llamado proceso “de transición”, que luego
supuestamente se extenderían hacia abajo, hacia sus bases, cosa que
nunca ocurrió. Nuestra posición en ese proceso fue que la
conformación de centrales de trabajadores debería ser la síntesis
de las experiencias acumuladas en un proceso de debate y de lucha de
los trabajadores, y no la simple estructuración de aparatos. A
ese modelo “de membrete” corresponden las centrales que se
sentaron a negociar con el Gobierno de Cartes tras la última huelga
general.
EL DESAFÍO DE LA
ALIANZA OBRERO CAMPESINA
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El respaldo de la FNC a la alianza obrero campesina. |
La fragmentación de
las luchas populares a través de organizaciones de membrete,
financiadas por la cooperación internacional, también se promovió
entre el campesinado, que fue avanzando y definiéndose hacia una
perspectiva de clase y antimperialista. El campesinado consciente fue
un gran propulsor de la alianza obrero campesina, respaldo que siguió
evidenciado en esta última huelga general, con el apoyo de la XXI
marcha de la FNC.
Esta alianza obrero
campesina ya fue una de las propuestas planteadas en la primera gran
marcha del campesinado pobre en Asunción, en 1994. Ese debate siguió
profundizándose a lo largo de esa década, hasta llegar a la
constitución de la Coordinadora Obrero Campesina y Popular (COCP),
que luego quedó desmembrada debido a que, a pesar de la
confrontación de línea, se mantuvieron con mucha fuerza los vicios
del modelo aparatista, y el debate sobre estos modelos quedó
nuevamente entre los dirigentes, sin llegar al pueblo.
SURGIMIENTO
DE LA CORRIENTE SINDICAL CLASISTA
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Participación política directa y autofinanciamiento para confrontar al Estado. |
La
línea de la CSC surge en la época de la dictadura, como parte de la
confrontación con la línea del modelo aparatista. El eje central de
la CSC es ser herramienta construida por la clase obrera y los
trabajadores como resultado de sus experiencias de lucha y conquista.
Sin prisa para organizar aparato, la CSC propone una política de
confrontación clara contra la política del Estado. Cuando hablamos
de confrontación hablamos de debatir un modelo de desarrollo
diferente, para la conquista del cual se requiere fuerza de masa
organizada.
Cuando
hablamos de organización hablamos de una estructura donde los
trabajadores y trabajadoras tengan participación política. Y
participación política y fuerza organizada para nosotros significa
que los sindicatos deben ser partícipes del debate político para el
autofinanciamiento de la organización, y autofinanciamiento no
significa cuota sindical solamente, sino que los trabajadores y
trabajadoras vayan entendiendo que si vamos a pelear por una
transformación debemos construir organizaciones autónomas, y no
depender de los organismos financiadores, ya sea del mismo Estado o
de organizaciones internacionales. Cuestionamos que la dirigencia
tenga privilegios personales o grupales a costa de los intereses de
los trabajadores.
Estas
son diferencias profundas que tenemos con algunas organizaciones. Con
esto no estamos diciendo que somos dueños o dueñas de la verdad,
sino que a partir de nuestras experiencias vamos aprendiendo. Por
eso, nuestro centro para el
fortalecimiento de la organización es el debate político, para ir
comprendiendo como se construye una organización de resistencia, de
confrontación real en contra de la política del Estado y de los
patrones.